fecha: 10-12 y 14 SEPTIEMBRE 2007
lugar: Teatro Pérez Galdós
organiza y produce: Fundación del Teatro Pérez Galdós
Estreno de la primera gran ópera canaria
La Opera aunque basada en hechos del siglo XV trata de la invasión: un tema brutal y de una cruda actualidad.
Una ópera en tres actos que relata los acontecimientos ocurridos durante la ocupación de la isla de Gran Canaria por los peninsulares. Nos encontramos en la dicotomía de un libreto totalmente clásico con una partitura contemporánea, el reto, estaba servido puesto que nunca antes se había representado y por lo cual debíamos ser fidedignos al libreto y no podíamos en este caso hacer una adaptación del mismo. Por lo tanto solo nos cabía jugar con la puesta en escena para tratar de compactar música y libreto. Para ello nos basamos en el artificio del croma en el cine. Sobretodo el de las películas del oeste. Primer plano del actor con fondos del salvaje Oeste por detrás, nos hacían creer que el actor estaba atravesando Missouri, cuando en realidad estaba en una antigua fábrica rodando la escena.
Aprovechando pues este artificio pusimos en escena tres pantallas una de fondo y dos laterales que enmarcaban y posicionaban los distintos espacios escénicos. Este componente visual nos daba la oportunidad de trasladar el coro, gran protagonista de la ópera, a todos los lugares en los que se desarrollaba la acción casi instantaneamente. Recreando así: espacios físicos, como lugares memóricos, espirituales o rituales. Otra de las características visuales y para todo el componente mágico de la obra fue jugar con unos tules que abarcaban todo el espacio escénico y proyectar a través de ellos. Las imágenes se multiplicaban por cada uno de los tules colgados incidiendo sobre los actores y traspasándolos. Creando así un espacio totalmente onírico para los episodios de amor, magia, y los oráculos, que correspondían a los actores principales. El único personaje extranjero y por tanto «invasor» era representado por un hombre espejo, como las modernas armas virtuales que reflejan su entorno por tanto son invisibles a veces y en otras se multiplican en reflejos para hacer ver que son mucho más numerosos de lo que en realidad son. Aparte el propio reflejo de la luz potente era otra de sus armas.
Aunque la obra intenta dar un feliz final de armonía entre los pueblos no dejamos de representar un momento en el que la identidad guanche diezmada y deshonrada desaparece para siempre sin dejar apenas huella. Dejando todo el vestuario en blanco en donde la cultura peninsular escribiría otra etapa de la vida de las islas.